Mala feminista se nos presenta a primera vista como una obra desacomplejada y divertida alrededor del feminismo. Desde su portada hasta su título parecen indicar que nos encontramos ante una suerte de Caitlin Moran. Una mirada irónica y lenguaraz, algo desenfadada y punk, de un feminismo más personal que académico. Pero como he dicho, esto solo es una primera percepción. Porque es todo eso, pero hay bastante más detrás. En los artículos que conforman
Mala Feminista, la escritora/profesora/editora Roxane Gay nos plantea una serie de reflexiones alrededor del feminismo, el género, raza e identidad entrelazados con la cultura pop. La autora hecha mano de ejemplos del
mainstream estadounidense actual –series de televisón, cine, música, literatura de
best seller– que unidos a grandes dosis de ejemplos autobiográficos le permiten remarcar el carácter global y unificador de este. Una cultural popular –aún producida principalmente por hombres– que nos afecta en la percepción que tenemos del propio yo, codifica pautas y remarca actuaciones, muchas veces vejatorias hacia la figura de la mujer y la diversidad cultural, permitiendo y banalizando actitudes claramente violentas. Porque mucho más allá de algunos ejemplos, aún limitados (y a veces sin vocación reivindicativa) como el
Feminist de Beyoncé, las secciones de feminismo de algunas revistas de tendencias, las reclamaciones de igualdad económica de algunas actrices hollywoodienses o los diálogos algo pretenciosos de
Girls, la cultura de consumo rápido y global mantiene y se reafirma en los clichés de mujer blanca, delgada, con vocación maternal y redentora. Una imagen claramente alejada de la mayoría de la sociedad femenina mundial, pero a la que más de una o dos veces nos hemos visto sujetas, y obligadas a actuar en consonancia.