Recorridos

Rafael Moneo

"La arquitectura siempre ha sido importante y ha acompañado al ser humano en el momento de entenderse con la naturaleza. [···] Ha sido una actividad necesaria y, de hecho, inevitable."

Tudela, 1937

La arquitectura de Moneo se ha mantenido siempre fiel a las premisas que, producto de las enseñanzas recibidas en su momento, han definido siempre su creación: racionalismo contextual, atemporalidad, un rechazo a la expresividad más escandalosa y una sobria integración en el paisaje urbanístico que, al mismo tiempo, define el edificio en su totalidad. Un credo a través del cual el reciente Premio Príncipe de Asturias ha desarrollado su obra y que, de algún modo, ha pervivido turgente en cada uno de sus edificios.

De hecho, el periplo de su obra es el reflejo de un periplo personal, académico, tan atractivo como coherente: licenciado el año 1961 en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, estuvo ayudando (1956-1961) al arquitecto Javier Sáenz de Oiza -creador del Museo Oteiza de Alzuza. Después de trabajar un par de años (1961-1962) con el danés John Utzorn, arquitecto del famoso edificio de la ópera de Syndey, recibió una beca para ir a Roma, en 1963. De vuelta a Madrid, estuvo dando clases en la Escuela de Arquitectura de Madrid (1966-1970) hasta que el año 1972, al ganar la cátedra de Elementos de Composición de la ETSAB, vivió durante casi diez años en Barcelona. En 1980 ganó la oposición a catedrático de composición de la Escuela de Arquitectura de Madrid, que abandonó después de unos años de ejercicio. Una primera visita a los Estados Unidos, en 1976, invitado por la Cooper School de Nueva York hizo que Moneo desarrollara también una carrera académica en el país, llegando a convertirse en decano del Departamento de Arquitectura de Harvard entre 1985 y 1990. Posteriormente, impartió clases, también, en la Escuela Politécnica Federal de Lausana.

Seguramente este periplo es el que lo definió como un arquitecto de vocación funcional pero al mismo tiempo majestuosa. La inspiración primeriza oteiziana, el aliento nórdico y el desarrollo de un racionalismo contextual, capaz de integrar el edificio donde fuera necesario han sido un reflejo de su propia capacidad de adaptabilidad; una capacidad que, combinada con la coherencia a sus propios lo han mantenido fiel a su estilo.

Edificios como la remodelación de la estación de trenes de Atocha (1985-88), L'Illa Diagonal de Barcelona (1986-93), la Fundación Miró de Palma de Mallorca (1987-92), la nueva terminal del aeropuerto de Sevilla (1989-92), el Museo de Arte Moderno y Arquitectura de Estocolmo (1991-98), el Kursaal de San Sebastián (1990-1999), la Cathedral of Our Lady of the Angels (1996-2002), en Los Angeles, el edificio Audrey Jones Beck - Museo de Bellas Artes de Houston (1992-2000) o la ampliación del Museo del Prado (2007) constituyen una muestra suficientemente representativa de lo que ha sido, es y será para siempre la obra de un arquitecto verdaderamente significativo. El estilo de Moneo, monumental, atemporal, contra la expresividad gratuita, ha recibido ya numerosos galardones -como el Pritzker, en 1996. Aprovechamos este Premio Príncipe de Asturias 2012 para buscar una bibliografía a su altura.